Específicamente en Latinoamérica, adoptar mejores prácticas corporativas que combatan la lucha contra el cambio climático parece una herramienta para atraer seguidores y atención, más que una necesidad de primera mano. Utilizar energías limpias, invertir en infraestructuras que no emitan huellas de carbono y tengan certificados LEED o salvaguardar ecosistemas han dejado de ser prioridades para algunos sectores. Sin embargo, el recurso hídrico ha tomado una mayor relevancia debido a las afectaciones que ha provocado en algunas ciudades importantes por su escasez. Pero la situación del agua va mucho más allá de su desperdicio residencial ya que es en las industrias en donde se encuentra la gran oportunidad para revertir la situación.
El tratamiento de agua constituye también una influencia importante en el cambio climático. De acuerdo con estudios de las Naciones Unidas, el uso de vapor de agua genera gases de efecto invernadero que representan entre un 3% y un 7% de todas las emisiones contaminantes. Además, se estima que entre el 80% y el 90% de estas se liberan al medio ambiente sin ningún tipo de tratamiento.
Negar el cambio climático ya no es opción. La experiencia cada vez más frecuente de fenómenos anómalos ha demostrado que las advertencias de la ciencia refutadas o negadas durante décadas por algunos grupos tienen fundamento: el 97% de los mexicanos considera que el cambio climático está en marcha. México es el país con más personas convencidas de la existencia del cambio climático y su origen humano, por delante de sus vecinos latinoamericanos, India, y los países del sur de Europa.
En el caso del tratamiento de agua, el panorama luce alentador. En términos de aceptación de cambios, las grandes fábricas que solían utilizar grandes cantidades de agua en su operación diaria han adoptado estrategias de circularidad del agua con soluciones tecnológicas al alcance técnico y económico para reutilizarla. Por otro lado, la percepción de los mexicanos frente al agua reutilizada ha cambiado. El 61% de los mexicanos está dispuesto a beber agua potable producida a partir del tratamiento de aguas residuales. Según el Barómetro de Veolia; el 65% de los mexicanos están dispuestos a pagar el metro cúbico de agua un poco más caro para fomentar la reutilización de aguas residuales. Todo esto con la condición de que no haya ningún riesgo para la salud, que las soluciones planteadas sean realmente útiles, que los costos económicos y culturales sean aceptables, así como que se logre la independencia alimentaria y energética.
Si bien el cambio climático es el ‘elefante de la habitación’ para los gobiernos, el agua luce como una interesante oportunidad para hacerle frente. Y lo mejor es que cada vez es más una realidad para todos los países.