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Recientemente, los premiados con el Nobel firmaron una carta en donde solicitan a la organización que revise su posición sobre los transgénicos y avalan a la ciencia respecto a la seguridad en el consumo de estos productos.

Después de la campaña mundial que Greenpeace ha conducido para advertir a los consumidores sobre la peligrosidad de los alimentos genéticamente modificados, se suscitó un gran debate entre más de un centenar de personalidades reconocidas con premios Nobel y esta organización ambientalista.

Recientemente, 109 premios Nobel firmaron una carta en donde solicitan a la organización que revise su posición sobre los transgénicos y avalan a la ciencia respecto a la seguridad en el consumo de estos productos.

"Greenpeace y sus aliados han declarado falsamente que los transgénicos son peligrosos, no probados y mal regulados", señalan los galardonados en su carta de apoyo a la producción agrícola de los llamados organismos genéticamente modificados (OGM).

Asimismo, los premios Nobel argumentan que los transgénicos son verificados por los sistemas regulatorios de Estados Unidos, de Europa y otros países del mundo. Algunos de los premios Nobel firmantes han sido laureados en las categorías de Física, Química, Medicina y Ciencias Económicas, entre ellos José Ramos Horta, ex presidente de Timor Oriental, laureado con el Nobel de la Paz en 1996.

Por su parte, Greenpeace ha argumentado en respuesta a la carta que "tras 20 años los cultivos transgénicos han demostrado que son un fracaso. No son necesarios, ni la solución a ninguno de los problemas que prometían resolver. Incluso los han agravado. Por ejemplo, con los cultivos transgénicos tolerantes a herbicidas (los predominantes) el uso de glifosato, clasificado recientemente como probable cancerígeno para los seres humanos por la OMS (Organización Mundial de la Salud), creció de forma exponencial y también la resistencia de las malas hierbas a este producto, dificultando las labores agrícolas".

Asimismo, señaló que tampoco son la solución al hambre en el mundo y se ha demostrado que los cultivos transgénicos no tienen mejores rendimientos que los convencionales. El problema del hambre no es que haya falta de alimentos en el mundo sino la mala distribución.

La solución no está en la uniformidad de cultivos, sino en la diversidad que aporta la agricultura ecológica. Además de ser un riesgo para la biodiversidad, tienen efectos imprevisibles sobre los ecosistemas. Y suponen incremento del uso de tóxicos, contaminación genética y del suelo o pérdida de biodiversidad.

La utilización de los OMG en la agricultura no hace más que exacerbar los efectos perniciosos de una producción industrializada e insostenible, que no favorece a los pequeños agricultores ni reparte equitativamente las riquezas. Concentra el control de la agricultura y la alimentación en unas pocas manos, poniendo en peligro la independencia de los pequeños agricultores, afirmó la organización ambientalista.

Fuente/ Terra.com

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