Querer y no poder. Ansiar un café por la mañana, un plátano antes de hacer ejercicio o una copa de vino en la cena, y no poder tenerlos. Frustración pura. Pero cuando el tema responde más a la ausencia –real– de estos alimentos y no sólo a un capricho o antojo, la frustración resulta, más bien, en impotencia, y ésta en tristeza, inconsolable tristeza